Francisco Luengo. Músico & luthier

        Soy violagambista y constructor de instrumentos; a veces director y a menudo instrumentista.


        Es infrecuente combinar la vida de músico con la de constructor de instrumentos. En mi caso lo veo como una necesidad: de cada una de estas vidas aprendo lo que para la otra necesito. Y disfruto.


         Considero que la construcción de instrumentos es una vía para entender la interpretación de los diferentes estilos musicales que abarcamos los que nos dedicamos a la música antigua. Creo que a falta de tradición, cada instrumento, con sus características, virtudes y carencias, es un maestro de la interpretación y nos enfrenta a las aspiraciones e intenciones de los compositores que crearon obras para ellos.


        Por este motivo procuro realizar copias lo más exactas posibles de instrumentos existentes en museos y en manos de particulares, coleccionistas e intérpretes. Y para realizar copias se necesita hacer un estudio exhaustivo de los originales.


        Casi la totalidad de los instrumentos del pasado que han llegado hasta nosotros han sufrido modificaciones a lo largo de los años, bien por accidentes, o reparaciones a veces mal realizadas, o por el deseo expreso de sus dueños de introducir cambios en su estructura para acomodarse a los gustos musicales posteriores a la época de su construcción: alteraciones en el mástil , en estructuras internas como la barra armónica e incluso transformaciones más radicales, como intentar convertir violas da gamba en violoncelos, con los consiguientes daños por colapso o mutilación. Esta historia, a menudo azarosa, de cada instrumento musical nos invita a investigar su origen: como lo concibió el autor. Y la mejor manera para llegar a comprenderlo es conocer y practicar las técnicas de diseño que se emplearon en él, las proporciones, los materiales de los que está hecho, las herramientas que se usaron y la manera en que se construyó. Y por supuesto conocer la música para la que estaba destinado.


        Aplico un método similar a aquellos instrumentos que por su antigüedad solo se conservan en imágenes, bien sean pinturas, esculturas o tapices. Es el caso de los instrumentos medievales: el intérprete que, como yo, esté interesado en la música de los siglos XII, XIII y XIV, tiene que enfrentarse a la casi total falta de información de la práctica instrumental de aquellos tiempos. Aquí se hace más aguda la necesidad de conseguir instrumentos fiables que cumplan más que nunca su papel pedagógico. No por casualidad mi trabajo se basa fundamentalmente en el estudio de los instrumentos representados en el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela (s. XII) y en la Sala Capitular del anexo Palacio de Xelmírez (s. XIII) que por la calidad de sus representacioens, su cercanía geográfica y las fechas de su construcción ofrecen un panorama único en la iconografia europea en cuanto a los cambios instrumentales entre los siglos XII y XIII. El resultado se puede disfrutar en los conciertos y grabaciones del grupo Malandança, o en el drama litúrgico “Ordo Prophetarum”.

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